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Una casa sólida y firme se comienza por la base.

 

El crecimiento personal comienza aprendiendo a mirar bajo las apariencias. Aparentemente, estamos a merced de los acontecimientos,  a merced de reglas y normas inadecuadas, de personas que no nos comprenden, de amores que – vaya mala pata – no funcionan… Parece que somos víctimas de nuestro destino y de la humanidad, con sus aciertos y sus desaciertos. Toca tragar y resignarse.

Pero, debajo de las apariencias está la llave.  Es una verdad sencilla y rotunda, pero nuestra civilización, tecnológicamente tan avanzada, aquí anda ciega: nadie nos enseña.  Al contrario, nos enseñan desde pequeños a ver fuera la causa de todo, lo placentero y lo doloroso.  Me recuerda a la imagen de cuando  perdemos una llave en el jardín y nos empeñamos a encontrarla en el comedor… desesperanzador. Porque la causa de todo lo que nos ocurre no está fuera, sino DENTRO.  ¡Desde esta perspectiva cambia todo! Ese es el mayor regalo.

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El pensamiento es creativo.  Tiene el don de materializar en nuestra vida situaciones, encuentros y desencuentros. Ya en tiempos de Einstein la ciencia comprobó que lo que pensamos incide sobre la forma en que se configura el mundo subatómico, que a su vez, va a dar forma a todo lo que nos rodea. El pensamiento emite una vibración que atraerá a nosotros todo lo que corresponda a ella, y rechazará todo lo que no entra en su campo de emisión. En realidad, lo sabemos: el día en que nos despertamos felices, todo va bien; cuando nos despertamos rabiosos, nos peleamos con todos, los semáforos se cierran, perdemos el autobús… Un pequeño experimento que hago muestra claramente como nuestro cuerpo energético se coloca alineado y centrado cuando pensamos en algo agradable; y cuando pensamos en algo horrible, se desplaza totalmente, dejándonos sin energía y sin fuerza. 

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La energía sigue el pensamiento. Si se creyera en esto, y en las consecuencias que siguen, se tendría el mayor cuidado con los pensamientos que tenemos en cada momento.  Pero no consideramos esta tremenda verdad, incluso desconfiamos de ella. La duda y la desconfianza ya han asaltado a muchos de los que están leyendo esta líneas: “cómo voy yo a crear lo que me está pasando, ¡qué absurdo!”.

Propongo algo muy simple: tomarlo como una “hipótesis de trabajo”. Creer o no creer en algo sin comprobarlo no tiene ningún valor. Considerarlo y ver lo que pasa, ¡puede ser divertido! ¿Qué tal comenzar a “pensar en lo que piensas”?. Observar lo que pasa por tu cabeza durante unos minutos cada día. Y escribirlo. Uno se puede llevar una sorpresa…

 

También propongo un tema para que observes durante estos días “Busco en el silencio. Ahí encontraré la salida.”

3 comentarios

  1. Querida Marly,
    Tu artículo es redondo, como siempre.”Me recuerda a la imagen de cuando perdemos una llave en el jardín y nos empeñamos a encontrarla en el comedor… desesperanzador. Porque la causa de todo lo que nos ocurre no está fuera, sino DENTRO.” ¡Qué ejemplo tan claro, conciso y genial! Con tu permiso y citando tu nombre, lo usaré a menudo. ¡Es tan real y gracioso!…Describe tan bien la ceguera humana…
    Con el cariño y la admiración de siempre, desde Palma de Mallorca,
    Graciela

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