Parece que ya no tienes nada que ver con aquel niño (o niña) sensible, puro y travieso que has sido en la infancia. No es verdad. ¡El niño todavía vive dentro de ti! Todavía sientes su sensibilidad, su vivacidad, su espontaneidad y también su pureza, su inocencia y su ingenuidad. Tu Niño Interior además, guarda todas las impresiones fuertes que te afectaron, las frases que se te grabaron, la exigencia que te agobió, las necesidades que no fueron satisfechas, y también el amor que recibiste, los juegos y los recuerdos entrañables. Todo esto, que está almacenado dentro de ti, se reproduce hoy. El escenario y los personajes ya no son los mismos, pero las emociones siguen ahí, intactas, repitiéndose una y otra vez. Un tono de voz, una orden brusca, una palabra concreta, hace brotar los viejos sentimientos de antaño. Más de lo mismo.

La imagen del Niño Interior es un símbolo mental, que conecta directamente con todos estos recuerdos infantiles. Infantil no es algo peyorativo, pues es muy positivo tener la creatividad, la espontaneidad del niño, y es maravilloso seguir sintiendo su capacidad de asombro ante los misterios y sorpresas de la vida. Los niños viven absolutamente presentes, vibrando en el aquí y ahora, sin perderse nada de lo pasa y sin preocuparse por el futuro ni por el pasado. Pero igual que tus emociones se escapan a menudo de tu control, la imagen del Niño que ves también tiene vida propia. ¡A veces te asombras de lo hace o dice! Como la imagen va acompañando fielmente tus emociones, es un medio magnífico de mantenerte en contacto con ellas.

Pero nuestra Niña Interior no nos vale solamente para conectar con nuestro interior, lo que ya en sí es algo importantísimo. También nos proporciona una forma sencilla, eficaz y amorosísima de ¡reparar nuestro pasado! El niño interior es como si fuera tu corazón mismo: es donde puedes nutrir el alma, al nutrirle a él/ella. Simboliza tu capacidad de entrega y de amor. Al menos, en su primer peldaño. Luego, vas a ir conociendo cotas más altas y más sublimes de amor. Pero todo comienza con el niño, pues lo vive todo de una forma libre, impulsiva, sin reflexión. Luego, la experiencia y sus consecuencias hacen que vaya reprimiendo sus impulsos. Se va encorsetando. Y estas emociones reprimidas son las que luego provocan dolencias físicas y psíquicas.

Al darle al niño aquello que necesita: apoyo, cariño, protección, al explicarle las cosas, al desculpabilizarle, como por arte de magia, tu estado de ánimo ¡¡¡cambia al momento!!! Si visualizas al niño Interno cuando estás sintiendo una enorme soledad, a lo mejor le verás en una esquina, muy triste. Si el Adulto ahora le coge en brazos, le consuela y le da un abrazo lleno de calor, la soledad se va y empiezas a sentirte bien. ¡Con una simple visualización! Así, puedes llenar tus propias carencias de amor y también la falta de dirección y consejo. ¡Está en tus manos sanar tus emociones!.

Imaginemos que estás haciendo una tarea, concentrada/o, sin pensar en ti para nada. Al recordarle, ves la imagen de un niño que se siente abandonado, triste. De golpe, tomas conciencia de que necesitas una pausa, tienes hambre o sed, de que tu cuerpo necesita descanso, de que tu mente está sobrepasada. Entonces, paras y te relajas un rato. En una palabra: atiendes una necesidad tuya de la que no eras consciente. Tu Niña te ha hecho cuidar de ti mismo. Si ahora vuelves a recordar su imagen, la verás contenta, atendida, satisfecha. ¡El sentimiento y la imagen están en íntima conexión!

También puedes reparar las situaciones que tu Niño no pudo manejar en la infancia, por falta de edad, por falta de recursos, por no tener el apoyo adecuado. Entonces es verdad que no podías. ¡Pero ahora ya puedes! Lo que pasa es que la emoción que te embarga hace con que olvides completamente que ya tienes recursos de sobra. Pero podemos conseguir el efecto contrario: cambiando la imagen, la emoción también cambia. Lo que está en tu mente está afectando tu cuerpo y tus emociones y siendo afectado por ellas, de manera que si introduces transformaciones en las imágenes, ¡tus sensaciones también se transformarán! A través de tu Niño/a, puedes cambiar reacciones que aprendiste en el pasado por otras más adecuados y más agradables. En definitiva: ¡puedes cambiar tu vida emocional! Casi nada…