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Si usáramos gafas que distorsionan todo lo que vemos, no podríamos tener una idea clara de lo que existe realmente… y mientras sigamos con las gafas puestas, ¡no hay forma de darse cuenta! ¿Cómo convencer a un daltónico que el verde es verde y no azul, como lo ve él?

En este pequeño párrafo queda resumida la razón principal de casi todos los malentendidos que se generan entre los seres humanos, causando toda clase de conflictos, peleas, tragedias y dramas.  Un 90 % de los disgustos que nos llevamos los creamos nosotros mismos, a través de estas distorsiones. Sólo el 10% se debe a causas objetivas, desprovistas de emocionalidad.

Tomemos como ejemplo el miedo.  Si hay un ladrón acechando a la puerta, el miedo, en este momento es un gran amigo, es una herramienta de auto-protección(*), una forma útil y sana para que no salgamos por la puerta y seamos la víctima.  Pero cuando no hay ningún ladrón y el miedo sigue presente, deja de ser útil y pasa a ser una deformación, una distorsión de la realidad y  un obstáculo para la vida. La gran mayoría de nuestros miedos vienen de un recuerdo, una huella que se ha quedado en el inconsciente y que ya no corresponde a lo que está ocurriendo en la realidad. Pero reaccionamos como si todavía fuera real, como si el ladrón estuviera presente…

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La razón para que esto sea así es que nuestro inconsciente funciona como un ordenador.  El material que contiene no es alterado ni por el paso del tiempo ni por el cambio espacial: un ordenador puede dejarse 40 años sin uso y no se altera su contenido.  Tampoco si le paseas por Asia, Sudamérica o Africa… no se altera con el cambio geográfico. Igualmente, nuestro inconsciente almacena todo aquello que nos ha impresionado en algún momento: todo aquello que nos provocó una dosis alta de dolor, miedo, rabia o placer. Igual que la “puerta donde estuvo el asesino” quedó teñida por una sensación de miedo, cualquier otra situación, persona u objeto puede impregnarse de un “tinte emocional”. Ya no veremos el mundo tal y como es, sino como nosotros creemos que es. A través de unas gafas distorsionadas.

Muchas veces oí el comentario: “Con lo mayor que es… “ esperando una conducta madura de alguien. Para este almacén de impresiones que es el inconsciente, ¡no existe el tiempo! Por esto, las personas mayores frecuentemente muestran reacciones infantiles y pueden incluso añorar a sus padres, como si fueran niños… al disminuir las fuerzas que mantenían conductas socialmente aceptadas, afloran los contenidos inconscientes.

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Para que estas antiguas distorsiones desaparezcan, tenemos que añadir material nuevo, que compense energéticamente el anterior.  Hablaremos de ello y de cómo hacerlo, semana a semana…  Por ahora, observa estas huellas en ti. Qué reacciones se repiten, donde se originan.

Te sugiero un ejercicio: Cierra los ojos y respira hondo varias veces… Recuerda algo que haya ocurrido en el día de hoy, que provocó una reacción emocional fuerte en ti. Siente si esta reacción ya se dio repetidamente en tu vida… Trata de recordar cuando y donde empezaste a reaccionar así.  Cuando lo tengas claro, vuelve a la situación de hoy y contempla si lo anterior ha influido para que tu reacción fuese excesiva… Anótalo en tu cuaderno, medita en cómo esta repetición hace  que pierdas gran parte de tu capacidad de acción y objetividad.

 

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Autoprotección(*):

Desde pequeños somos totalmente dependientes de los adultos y tenemos una sensación de vulnerabilidad, de fragilidad ante la vida. Esta sensación de peligro suele persistir y de ella nos defendemos de muy variadas maneras. En psicología estas formas de defenderse se llaman mecanismos de defensa. Diferentes formas de huir del miedo y del dolor: olvidarse, dormir, atacar, anestesiarse, fantasear, fingir, actuar lo contrario de lo que sentimos…

Inconsciente(**):

Paralela a nuestra actividad consciente (los pensamientos que conocemos, los conceptos que pensamos que rigen nuestra vida), se encuentra un deposito de recuerdos de vivencias ocurridas a lo largo de la vida, un campo dinámico que provoca reacciones emocionales y sensaciones físicas que no responden a nuestra voluntad consciente. Muy a menudo van en contra de lo que queremos, provocando conflicto y desgaste energético.

 

Próximamente publicaremos la segunda parte de este post 😉

 

Imagen de portada: Chema Madoz

1 comentario

  1. Es impresionante lo que escribes, parece facil leyendo tus palabras, pero me parece imposible poder controlarse a una misma y corregir eso que queda marcado un dia tras otro porque si, yo me siento como una bomba de relojeria…la verdad, me va a encantar conocerte y hablar contigo…
    Siento que todo lo que me pasa es culpa mia, por supuesto, y ademas tengo algo que en un principio es todo derroche de energia y despues se transforma en tension y escudo de acero, no se lo que hago mal, pero algo seguro estoy haciendo, sera mi caracter, los palos de la vida o yo que se..pero algo existe por lo cual mis relaciones no funcionan y mis trabajos tampoco, al principio todo genial es un 100 por cien de locura felicidad alegria motivacion y despues es todo lo contrario…me da la sensacion, pensando un poco y dandolo vueltas, que quiza no me crea suficiente para ser feliz y lo que hago sea lo contrario PARA autocastigarme….pero eso no lo se, me da por pensarlo. en fin que espero verte pronto en Santander, ojala pudiera ir a Madrid.
    Un fuerte abrazo,

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