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Aunque sea de aburrimiento…

Todo cambio requiere nuevas estructuras. El miedo a este cambio en los pensamientos, en nuestra forma de vivir y de defendernos, es lo que nos hace quedarnos en lo viejo, en el sufrimiento…

Cuando nos encontramos delante de nuestra lista de “aceptación imposible(*)”, parece muy difícil poder ver cualquiera de estas cosas desde otro ángulo. ¿Cómo aceptar la pérdida de un ser querido? ¿Cómo aceptar la perdida de un amor añorado, que parece reunir aquello que más anhelamos? ¿Cómo aceptar el dolor, el abandono y el sufrimiento? ¿Cómo aceptar una injusticia clara y que te revuelve las tripas? ¿Cómo no sublevarse ante algo que parece a todas luces inaceptable? ¿Cómo aceptar un destino cruel de un ser inocente? ¿Cómo aceptar accidentes, terroristas, la violencia del mundo?

Dentro de todos nosotros hay un mundo ideal, en el que todas estas cosas no existen, en el que todos somos amorosos, respetuosos, considerados unos con los otros, un mundo en el que la injusticia no existe… Sin embargo, basta que se den las circunstancias adecuadas y  dejamos de ser todo esto: perdemos los papeles, la cordura, la paciencia, somos agresivos, irrespetuosos, herimos al otro insensiblemente y hasta con gusto. Más fácil todavía es perder el respeto por uno mismo, olvidarse de uno mismo, hacerse daño y castigarse… Queremos que el mundo y los demás respondan a nuestras expectativas, cuando ¡nosotros mismos no somos capaces de cumplir con lo que añoramos! Prescindir de este mundo ideal, de la familia ideal, del amor ideal, de la persona ideal es un trago muy fuerte. Es como desistir, quedarse sin esperanza y sin ideales. En realidad la salida es otra.

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Dentro de cada uno de nosotros existe este ser ideal y perfecto(**).  Nuestra parte energética no tiene fallo ni error: fluye perfectamente con la vida, con la energía de la que hace parte.  Es como una gota de agua del río que fluye con el río, no se le ocurre separarse, ni ir en contra, ni querer pararse: hace parte del caudal de agua y le sigue valle abajo sin ningún tipo de resistencia. Pero da la casualidad que el ser humano tiene una herramienta muy sofisticada y poderosa que todavía no sabe manejar: la mente.

Esta herramienta es la que da dirección a la energía: al igual que el cauce del río lleva el agua  por el camino de menor resistencia, así también la energía  sigue el pensamiento al que está acostumbrada. La fuerza del hábito. Además, el hábito se forma según las experiencias registradas, con lo cual hay una memoria de todo aquello que nos ha pasado y una intención de protección ante situaciones de peligro similares. La mente registra estos códigos de protección y los lleva a cabo de forma automática, lo que hace que repitamos lo mismo una y otra vez. Son estos códigos los que nos dificultan el cambio. Además, a través de estos códigos montamos un sistema de creencias, que los perpetúan y nos hacen creer que no hay otra forma posible. Todo esto tenemos que encarar cada vez que queremos cambiar.

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De ahí que muchas veces preferimos el dolor a la solución, porque esta conlleva la ruptura de una serie de estructuras que nos dan seguridad, aunque no correspondan a la verdad o sean verdades parciales. Claro que queremos algo nuevo, pero cambiar conlleva la sensación desagradable del pollito que sale del huevo y no tiene donde apoyarse. Así que escondemos la cabeza bajo tierra como la avestruz, y a aguantar. Pero la vida empuja y antes o después no habrá más remedio que encarar lo nuevo, la vida, la alegría, la vitalidad, todo cosas prohibidas en la pseudo-seguridad de las viejas estructuras.

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Por ello, te propongo, que vuelvas a mirar la lista de lo que te parece imposible aceptar.  Cosa por cosa, mira qué estructuras encuentras bajo tu  incapacidad de aceptación. Cuáles son las ideas que te impiden aceptar una injusticia. Cuáles los sentimientos que te producen un dolor inaceptable y por ello rechazas, escondes o reprimes. Para cambiar ciertas formas de pensamiento hay que ensanchar tu filosofía de vida.  Lo que ves desde el pie de la montaña no es lo mismo que lo que ves desde arriba. Así que escribe aquello que te hace inaceptable la aceptación. Contempla cada tema y medita sobre lo que te pasa a ti y te parece inaceptable. Con esto ya tienes tarea para esta semana. ¡Una investigación sobre ti mismo!

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Lista de Aceptación Imposible(*) –  La semana pasada hablaba de aquello que no consigues aceptar de la vida, del destino, de las personas, del mundo, de los sistemas, de la convivencia.  Con determinadas cosas consigues ser condescendiente, pero hay otras que simplemente te sublevan.  Estas son las que queremos, son las que conllevan estructuras rígidas de pensamiento y por ello, nos encarcelan. ¡Recuerda que el hecho de que todos piensen lo mismo no es garantía de que sea cierto! Copernico es un buen ejemplo…

 

Ser Ideal y Perfecto(**) – Nuestra parte energética lo es. En los pocos momentos en que conseguimos  darnos cuenta de ello, descubrimos que efectivamente es posible confiar en la vida, que hay algo más allá de nuestras pequeñas vidas que guía el gran tinglado armado en este mundo físico. Lo que vemos como imperfección es pasajero, cambiante, mientras este flujo energético es eterno, peremne, aunque toma todas las formas posibles. Lo que vemos como imperfecto son  nubes que cubren el sol, tomando formas bellas o asustadoras,  para luego disolverse y volver a su estado primitivo.

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